TEXTO CRÍTICO
Sandra Marinescu – Ojos Bien Abiertos
"Todo lo que he tenido hasta hoy por más verdadero y seguro, lo he aprendido de los sentidos o por los sentidos; ahora bien: he experimentado varias veces que los sentidos son engañosos, y es prudente no fiarse nunca por completo de quienes nos han engañado una vez" (Descartes, Meditaciones metafísicas, Meditación primera: De las cosas que pueden ponerse en duda, 1641)
Descubrir al escribir, encontrar la calma, emocionarse, conectar con lo profundo, sanar. Con algunas de estas palabras Sandra Marinescu describe lo que le sucede cuando escribe, un acto donde el poner en palabras se vuelve un ritual liberador que, además, aporta sentido a lo ininteligible, al menos para ella. Pero Sandra no es escritora sino que usa la palabra como pasaje liberador hacia otros destinos. Su obra se posiciona en un lugar donde confluyen varias sutilezas; pero empecemos por el principio. Sandra Marinescu es artista visual pero también es médica oftalmóloga. Aparece aquí la primera clave para acercarnos a su trabajo porque es inevitable notar que su forma de mirar está siempre alerta a registrar la mirada del otro y cómo ese otro percibe su entorno. Indefectiblemente, esa mirada dual -artística y científica- condiciona lo que busca transmitir con su obra. Su acercamiento formal al mundo del arte fue hace unos diez años cuando, a partir del estudio de las imágenes fotográficas de laboratorio como ejercicio cotidiano durante décadas, aparece la inquietud por indagar en un universo creativo que pareciera correr en paralelo a las ciencias pero que al abordarlo, revela que esas paralelas, en muchos puntos anteriores al horizonte, se cruzan. Porque la ciencia y el arte combinados, no hacen más que potenciar conocimientos y enriquecer cada una de las disciplinas que los integran. Sandra comenzó entonces, a explorar esos espacios comunes con varios soportes y técnicas, rompiendo límites y haciendo interactuar pintura y escultura, papeles y textiles, collage y fotografía. Seguramente fue la mirada guiada por los microscopios, la cual le permitió acceder a dos premios destacables: el Primer Premio Fotografía Científica CAO (2004) y el Primer Premio Fotografía Científica Curso del Cono Sur (2000).
Su obra hace un recorrido de archivo. Así aparecieron algunos trabajamos iniciales a partir del registro fotográfico con la serie Burocracia allá por 2006, donde empieza a emerger lo que luego será una constante: la pregunta por la identidad, la humanidad como protagonista. Su serie Identidades (2015) será la que se meta de lleno en esa mirada ajena que actúa como construcción y reafirmación de la identidad propia aun cuando queramos ignorarla. Los títulos de las obras que componen la serie nos remiten a esa búsqueda, nos hablan de nostalgia, velos, rostros anónimos que conforman relatos materializados en acrílico sobre papel, textiles cosidos con sutura oftalmológica, collage con fotos bordadas, entre otros. Las siluetas se muestras concretas, la figuración se hace explícita en esta serie para no dejar duda alguna que cada uno de los trabajos intenta reafirmar la preocupación por esa impronta personal, ese derecho a la identidad y pertenencia, el sentido de la unidad en la multiplicidad, el nombre propio en medio de una guía telefónica, la línea de la huella irrepetible, el código del ADN, todo en pro de comprender si la identidad es algo inherente a cada individuo o es algo que “nos es dado” a partir de la mitrada del otro que nos autoriza a ser a partir de reconocernos como individuos.
La serie Leyes de Urbanidad (2015-2017) amalgama tiza, papel, grafito, acrílico, oleo, telas y mdf. En cada uno de los trabajos la línea es la protagonista, completa los baches de la memoria, dibuja una historia pasada, secreta, íntima. La presencia de la estructura cuasi urbana, el color que confunde y genera una neblina borrosa que hace indefinido el foco, las ciudades caóticas y los edificios inestables crean trabajos como Laberinto Urbano, Paisajes Efímeros, Patinas, Caóticus, todos títulos que se resumen en un concepto dado por la propia artista: "Construcciones urbanas se superponen enredándose unas con otras. En esa confusión me pierdo…Busco entonces el espacio vacío que me permita ordenar la trama de esa urbe sin fin y así recuperar el equilibrio perdido."
Hay dos trabajos que considero importantes destacar como antesala para su producción más reciente: tanto la serie Equilibrios Tensionados (2014) como Y la línea se escapa (2015), presentan obras que salen del plano más o menos sutilmente a partir de un bajo relieve, desafiando el equilibro y la percepción de estabilidad. Una vez más, la manera en que incorporamos, sentimos y atravesamos la realidad, se rodea de incertidumbre, tensiones y vaivenes entre situaciones de reposo y otras de plena actividad. La vida en sí, se desarrolla en esa instancia pendular sin tocar de forma definitiva y estable -al menos no por mucho tiempo- los extremos. Su serie Geometrías de lo incierto, la cual viene en crecimiento desde 2018, integra aluminio y acrílico sobre mdf y tela, experimentando las medidas y formatos variables aunque siempre conservando lineamientos geométricos, abstractos, elegantes, sutiles, conformando estructuras monocromáticas que establecen un vínculo entre tres elementos: el objeto que pareciera levitar en el espacio, el plano de color que recibe la impronta de la sombra y el vacío, sin el cual, diría el filósofo Francois Cheng, no hay plenitud. La obra de Sandra Marinescu parte de ideas y reflexiones y recién en una segunda instancia pasan al plano material. Ergo, la elección de esos materiales es cuidadosa para mantener cierta correspondencia y fidelidad a esa idea originaria. Son las emociones las encargadas de hacer esa selección y todo ese proceso va acompañado de una escritura solitaria, íntima, una investigación científica y filosófica, silenciosa, hasta dar forma a lo que finalmente se ve. Pensar, hacer, volver a pensar. La palabra guía la intuición caótica.
La cuestión sobre la materialidad de la luz y la sombra, construyen la esencia de búsqueda de Sandra Marinescu. La percepción del entorno está atravesada por las cualidades individuales para captarlo y los sentidos muchas veces ponen en crisis ese criterio de verdad que presupone la experiencia empírica. Como si el hipotético genio maldito de Descartes, trucara sistemáticamente "la realidad" engañándonos a través de los sentidos. Sandra retomará esa duda existencial para indagar sobre la morada de la verdad en la luz y la sombra. ¿Acaso alguna vez vaya a encontrar esa respuesta? Me arriesgo a decir que la respuesta no está determinada, no se refugia en los márgenes ni al final de los caminos sino en los espacios comunes entre la claridad de la luz y la densidad de la sombra dibujada, coloreada proyectada creando así una masa inconmensurable de misterio. Y todo lo misterioso invita a la curiosidad y despierta el deseo. Será cuestión de tiempo para ver hacia dónde, esa pulsión por conocer, comprender, encontrar, lleva a Sandra. Seguramente cada certidumbre abrirá una nueva incógnita a transitar, porque por naturaleza, aquello que nunca termina de revelarse, siempre atrae y motiva la búsqueda.
Lic. María Carolina Baulo
Noviembre 2019
Sandra Marinescu – Eyes Wide Open
“Everything that I have had until today as more true and secure, I have learned from the senses or through the senses; now: I have experienced several times that the senses are misleading, and it is prudent to never completely trust those who have deceived us once" (Descartes, Metaphysical Meditations, First Meditation: About the things that can be doubted, 1641)
Discover when writing, find calm, get excited, connect with the deep, and heal. With some of these words, Sandra Marinescu describes what happens to her when she writes; an act where putting into words becomes a liberating ritual that also makes sense to the unintelligible, at least for her. But Sandra is not a writer but uses the word as a liberating passage to other destinations. Her work is located in a place where several subtleties converge; but let's start from the beginning. Sandra Marinescu is a visual artist but also an ophthalmologist. Here a first clue appears to approach her work because it is inevitable to notice that her way of seeing things is always alert to register the point of view of the Other and how that Other perceives his surroundings. Unfailingly, that dual look - artistic and scientific - determines what she seeks to achieve with her work. Her formal approach to the art world was about ten years ago when, from the study of photographic laboratory images as a daily exercise for decades, emerges an interest to inquire into a creative universe that seems to run in parallel to science but when addressing to it, it reveals that these parallels, at many points before the horizon, intersect. Because science and art combined, do nothing but enhance knowledge and enrich each of the disciplines that integrate them. Sandra then began to explore these common spaces with a variety of supports and techniques, breaking boundaries and interacting with painting and sculpture, papers and textiles, collage and photography. It was surely the look guided by the microscopes, which allowed her to access to two outstanding awards: the First Prize to Scientific Photography CAO (2004) and the First Prize to Scientific Photography Course of the Southern Cone (2000).
Her work makes a journey though files. This is how some initial works emerged from the photographic record with the Bureaucracy series back in 2006, where it begins to appear which will then be a constant: the question about identity, humanity as the protagonist. Her Identities series (2015) will be the one that fully immerses into that outsider gaze that acts as a construction and reaffirmation of one's identity even when we want to ignore it. The titles of the works of the series refer us to that search, they speak of nostalgia, veils, anonymous faces creating stories materialized in acrylic on paper, textiles sewn with ophthalmological suture, collage with embroidered photos, among others. The silhouettes are concrete, the figuration becomes explicit in this series leaving no doubt that each of the works tries to reaffirm the concern for that personal imprint, that right to identity and belonging, the sense of unity in multiplicity, one name in the middle of a phone book, the line of the unrepeatable imprint, the DNA code, all in order to understand if the identity is something inherent to each individual or it is something that “is given to us” by the other's gaze which authorizes us to be by recognizing us as individuals.
The series Laws of Urbanity (2015-2017) amalgams chalk, paper, graphite, acrylic, oil, fabrics and mdf. In each of the works the line is the protagonist, it completes the bumps of memory, draws a past, secret, intimate story. The presence of the quasi-urban structure, the color that confuses and generates a blurred fog that makes focus undefined, chaotic cities and unstable buildings create works such as Urban Labyrinth, Ephemeral Landscapes, Patinas, Caóticus, all titles that are summarized in a concept given by the artist herself: "Urban constructions overlap entangling each other. In that confusion I lose myself ... I look for the empty space that allows me to order the weft of that endless city and thus recover the lost balance."
There are two works that I consider important to highlight as a prelude to her most recent production: both the Tensioned Balance series (2014) and And the line escapes (2015), they present pieces that leave the plane in a more or less subtle way from a low relief, challenging balance and the perception of stability. Once again, the way in which we incorporate, feel and go through reality, is surrounded by uncertainty, tensions and fluctuations between situations of repose and others of full activity. Life itself develops in that pendular instance without touching definitively and stably - at least not for long - the extremes. Her series Geometries of the Uncertain, which has been growing since 2018, integrates aluminum and acrylic on mdf and fabric, experiencing variable sizes and formats while always retaining geometric, abstract, elegant, subtle guidelines, creating monochromatic structures that establish a bond between three elements: the object that seems to levitate in space, the color plane that receives the imprint of the shadow and the void, without which, the philosopher Francois Cheng would say, there is no fullness. Sandra Marinescu's work starts with ideas and reflections and only in a second instance, they develop in the material plane. Ergo, the choice of these materials is careful in order to maintain some correspondence and fidelity to that original idea. The emotions are responsible for making that selection and that whole process is accompanied by a solitary, intimate writing, a scientific and philosophical research, silent, until shaping what is finally seen. Think, do, and think again. The word guides chaotic intuition.
The question about the materiality of light and shadow, create the essence of Sandra Marinescu's search. The perception of the environment is crossed by the individual qualities to capture it and the senses often put in crisis that truth criterion which presupposes the empirical experience. As if the hypothetical evil genius of Descartes systematically twists "reality" by tricking us through the senses. Sandra will resume that existential doubt to inquire about where the truth inhabits in light and shadow. Will she ever find that answer? I risk saying that the answer is not determined, it is not refuged in the margins or at the end of the roads but in the common spaces between the clarity of the light and the density of the shadow drawn, colored, projected, creating an immeasurable mass of mystery. And everything mysterious invites curiosity and arouses desire. It will be a matter of time to see where that impulse to know, understand, find, leads Sandra. Surely every certainty will open a new mystery to go through, because by nature, what never ends up being revealed always attracts and motivates the search.
Lic. María Carolina Baulo
Noviembre 2019